La confesión de fe para la victoria diaria

Apóstol Jesús Tax:

La palabra fe viene del hebreo “Emuná” que significa: soporte donde debemos apoyarnos.

Hoy el Espíritu Santo está con nosotros para ayudarnos a orar a Dios. La oración es un acto de fe, oramos a una persona que está en el tercer cielo.

«para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él». 1 Corintios 8:6 Para nosotros solo hay un Dios. «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno». 1 Juan 5:7 Jesucristo vino a dar a conocer la trinidad, a enseñar secretos y misterios que nadie conocía.

«Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación». Santiago 1:17 Dios quiere abrir los cielos sobre aquellos que crean.

El requisito para la oración, Jesucristo.

«Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido». Juan 16:24 «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo». Juan 14:13 «Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá». Mateo 7:8

«Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho». Juan 14:26 Después de la resurrección Cristo envió la promesa. «Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Hechos 1:4-5

La única persona que está en la tierra para alumbrarnos el camino de tantas tinieblas, para enfrentar tantos demonios, es el Espíritu Santo. Sino recibimos el bautismo del Espíritu Santo no podremos ser enseñados en la verdad, el Espíritu Santo destruye fortalezas mentales. La palabra “arrepentimiento” significa: cambio de mente.

La Biblia

La Biblia es la forma de pensar de Dios, y el Espíritu Santo es el maestro que nos enseña las Escrituras. «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». 2 Timoteo 3:16-17 Dios uso a personas como a Moisés, Daniel, Pablo, Pedro, Jeremías, etc. que escribieron por inspiración del Espíritu Santo.

Necesitamos la ayuda de Dios, por el Espíritu Santo.

Toda persona que no conoce de las Escrituras es una persona ignorante de la verdad. «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones». 2 Pedro 1:19

El hombre no te puede ayudar. «Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová». Jeremías 17:5

La religión es persecución, el Apóstol Pablo en su religión judía perseguía los cristianos llevándolos a la muerte. Cuándo Jesucristo se le apareció a Pablo, entonces tuvo un conversión genuina y verdadera, se arrepintió de todos sus pecados y comenzó de nuevo. «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo». Filipenses 3:8 Pablo hizo mucho énfasis en el Espíritu Santo porque era la persona que lo ayudaría.

Todo cristiano verdadero honra en su vida la presencia del Espíritu Santo, estando en comunión con él en la oración por fe.

«Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí». Juan 15:26

Un testigo es aquel que ha experimentado la vida de conversión desde el arrepentimiento. ¿Has experimentado el bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas? ¿Has experimentado las bendiciones de sanidad? ¿Cómo ser testigos sino has experimentado nada?

Somos llamados a ser testigos por el Espíritu Santo. Las experiencias de fe “pruebas de fe” nos hacen crecer, el recurso de Dios para probarnos es el diablo. Dios está esperando oír las oraciones de los cristianos, hombres y mujeres, sino hay oración no hay cielos abiertos.

La oración la dirigimos al Padre en el nombre de Jesús, oramos por fe. « Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan». Hebreos 11:6 Debes creer que en ese momento que estás orando Jesucristo y el Padre están contigo, no hay distancia.

La oración es una acto de fe. «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Hebreos 11:1

Terminamos la oración con el Amén “Así sea, hecho está”.

La fe significa: Un soporte.

Dios diseño nuestro cuerpo con dos soportes para que estemos firmes sobre la tierra, nuestras dos piernas. La gran comisión es movernos, llevar el evangelio.

Dios estableció el matrimonio entre un hombre y una mujer para soportar los embates del enemigo en la familia y proteger a los hijos. Son dos soportes, si uno cae el otro lo levanta. «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante». Eclesiastés 4:9-10

El numero 2 es poder. «Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos». Marcos 6:7 El soporte Dios lo establece en base a dos, uno puede hacer huir a mil y dos a diez mil (Deuteronomio 32:30).

Puedes usar la tecnología para comunicarte con otra persona, y ponerte en común acuerdo, un compañero de oración. La importancia del prójimo, nos necesitamos unos a otros, el esposo a la esposa, los padres a los hijos, necesitamos unirnos en oración.

Guerra con Amalec

Dios mandó a Israel a está guerra porque Amalec atacaba la retaguardia, donde había debilidad (ancianos, niños). «Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim». Éxodo 17:8

«Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol». Éxodo 17:9-12 Esto no es de una persona, Jesucristo dijo que la Iglesia se establecería en base a dos. «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Mateo 18:20 Principios de guerra espiritual.

« Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada». Éxodo 17:13

¿Quieres tener la fe de victoria?

«Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza». Efesios 6:10 Levántate a temprana hora a orar y a estudiar las Escrituras porque en el día hay batallas que librar. Amalec está al asecho y tú necesitas estar equipado con toda la armadura de Dios.

«Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi». Éxodo 17:15 No vamos en nuestro propio nombre, vamos en el nombre de Jesucristo, la Biblia dice: «porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él». Isaías 59:19

La fe que vence al mundo

«Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». 1 Juan 5:4-5 Solamente hay que creer y no dudar, por ellos viene Jesucristo.

Somos testigos cuando hablamos lo que creemos, creemos lo que oímos y lo que vemos. « El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca». Lucas 6:45

1. La fe de victoria nace en la muerte de Cristo en la cruz

A. Jesucristo dijo: Consumado es. «Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu». Juan 19:30

Jesucristo dijo: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar». Mateo 11:28

El Evangelio es una llamado para que todos vallan a la cruz. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación». 2 Corintios 5:17-19 Jesucristo vino a rescatarnos, solamente se necesita arrepentimiento.

«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él». 2 Corintios 5:20-21

La Biblia dice que la persona que muere en su pecado va a la condenación eterna, un día resucitarán para ser juzgados, Dios los lanzará junto al lago de fuego junto al anticristo y el falso profeta, será el lamento de muchas personas. Por esto necesitamos predicar el Evangelio del amor de Dios, oremos y ayunemos para romper muchas fortalezas que están atrapando a muchos pecadores, ellos están sufriendo en su pecado.

Nacimos en pecado (fornicarios, adúlteros, idolatras, etc.) pero un día oimos el Evangelio de Jesucristo y nos arrepentimos, y fuimos a la cruz. Aceptamos la sangre de Cristo que nos limpio de todo pecado, nacimos de nuevo. Hay dos nacimientos:

  1. Nacimiento en la carne.
  2. Nacimiento en el espíritu.

B. Cristo en su muerte destruyó el imperio de muerte del diablo. «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo». Hebreos 2:14

C. La derrota del diablo fue exhibida públicamente en la cruz. «Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz». Colosenses 2:15

2. Cristo resucitó y dio nacimiento a la Iglesia para que se anunciara al mundo su victoria sobre el diablo

Después que Cristo resucitó estuvo 40 días dando evidencias de su resurrección.

«Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré». Juan 20:24-25

«Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron». Juan 20:26-29

Bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

«Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Mateo 16:15-17

«Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Mateo 16:18 La Iglesia fue formada en la cruz, la victoria de Cristo sobre el diablo.

Los que han nacido de Dios son victoriosos, la Iglesia nace como un árbol que da frutos de vida.

A. La Iglesia predica de Cristo quien resucitó de los muertos.

Es el vencedor de la muerte. «Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados». 1 Corintios 15:14–17

B. La Iglesia por el Espíritu Santo es testigo a las naciones.

«Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días». Hechos 1:4–5

«pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra». Hechos 1:8

C. La Iglesia anuncia la victoria de Cristo a los principados y potestades en los lugares celestiales.

«A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales». Efesios 3:8–10

3. Debemos confesar diariamente la obra de Cristo en la cruz para afirmarnos en fe

«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí». Gálatas 2:20

Ejemplo de confesión para mi victoria en Cristo

1. Confieso mi posición en la cruz.

«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino». Mateo 16:24–28

«Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios». Lucas 9:23–27

2. Confieso la muerte de mi yo en la cruz y la vida resucitada de cristo en mi.

«Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado». Isaías 50:7

«Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero. Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. 33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres». 1 Corintios 15:31–33

3. Confieso la fe de Cristo en mi.

Es la FE de VIDA
Es la FE de RESURRECCIÓN
Es la FE de SALVACIÓN

«Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación». Romanos 10:8–10

«Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros». 2 Corintios 4: 13–14

4. Confieso el amor de Cristo en mi.

«Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». Romanos 5:8

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Juan 3:16

«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Romanos 8:35–39

4. Acciones que nos hacen recordar el sacrificio de Cristo en la cruz para afirmarnos en fe

  1. El bautismo en agua.
  2. Cuando diezmamos y ofrendamos.
  3. Cuando ganamos almas.
  4. Cuando tomamos la Santa Cena.
  5. Cuando resistimos al diablo en la guerra espiritual.
  6. Cuando cuidamos nuestra santidad para irnos en el rapto.

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